No os hemos dicho, que este blog, no pretende ser una mini guía turística (eso ya lo hacen muy bien los de Lonely Planet, recomendable por cierto para leer antes de viajar), simplemente cuenta paso a paso nuestro viaje, a través desde nuestros ojos, gustos y propias experiencias, para todo aquel que quiera seguir nuestros pasos de cerca 😉 Si aún no las leído cómo fue nuestra llegada pincha aquí.
7 días en Delhi.
Mejor que la película es el libro, pero mejor aún es vivirlo. Una semana en Delhi es demasiado solo para hacer turismo y visitar los lugares típicos turísticos. Sin embargo nosotros hemos agradecido unos días de más.
Por un lado, para sumergirnos de lleno en la cultura, explorar y pasear por los lugares más transitados por los propios locales, comer y beber como ellos… y… ya casi nada más como ellos, porque en muchos aspectos somos tan distintos que nos costaría una eternidad adoptar todos sus hábitos y costumbres.
Por otro lado, somos partidarios de conocer todo a pie, salvo para recorrer distancias más largas o cuando no quede más remedio, entonces usamos el metro, que en Delhi está muy bien salvo el sistema de taquillas, sobre-saturado en hora punta, que si te pilla estás bien jodido, es horrible, hay colas enormes y gente intentando colarse constantemente.
13 enero, 2016. Chandni Chowk – Red Fort – Jama Masjid – Connaugh Place
Nuestra rutilla por Delhi comienza realmente el día 13 de enero, cuando hemos recuperado fuerzas y ganado el pulso al jetlag (si quieres saber cómo fue nuestra llegada al continente asiático pincha aquí). Conocemos a Robert y Grace, que viven en el norte de India, donde están emprendiendo en un negocio de tostado de café, (ver más en personajes).
Desde el barrio de PaharGanj fuimos andando hasta Chandni Chowk, una zona muy conocida, también en Old Delhi, más abarrotada si cabe que Main Bazar, por donde seguimos esquivando todo tipo de seres vivos y no vivos para poder avanzar 1 metro cada 10 segundos 😛 Por aquí picoteamos las primeras szamosas, rebozadas en aceite rerererereutilizado, y con relleno vegetal, que por suerte no picaban demasiado.
Desde ahí es fácil llegar al impresionante Red Fort (Fuerte Rojo de Delhi), pero no entramos ya que nos han dicho veremos otros por India más chulos por dentro. Lo bordeamos por fuera y es precioso, la piedra arenisca rojiza lo hace diferente al resto de monumentos vistos hasta ahora.
Ahora nos sumergimos un barrio de calles estrechas, numerosos bazares, puestos ambulantes de todo tipo de cosas, y bastante sucio pero en ningún momento nos da sensación de inseguridad o miedo. Elegimos este camino para ver la Jama Masjid (o mezquita del viernes), una de las mayores mezquitas de la India y el principal centro de culto para los musulmanes de Delhi.
Es muy bonita, pero no entramos porque hay que pagar y las mujeres solo podemos entrar hasta los patios pero no a la mezquita en sí, así que por principios decidimos disfrutar de su belleza arquitectónica desde fuera, y también de los cánticos que se escuchan a través de un gran altavoz. A mí me puso los pelos de punta (más en el buen sentido aunque también sentí un escalofrío raro).
Por fin llegamos a Connaugh Place tras otro ajetreado paseo a los que estamos cogiendo ya el gustillo. Esta plaza es muy grande y parece que de repente has vuelto a cualquier ciudad europea.
Todos los soportales albergan tiendas de moda con precios medio-altos, cafeterías y otros restaurantes de conocidas cadenas multinacionales. Se ve por tanto más mezcla de personas ricas y pobres que en Paharganj o los barrios que hemos visitado hoy y por eso ha merecido la pena acercarse por la plaza, para ver algo distinto, y lo admitimos, se agradece algo de orden (aunque la foto de la izquierda es de un mercadillo que hay justo ahí. Se sigue apreciando contraste allá donde vamos).
Volvemos al hotel, y cenamos de nuevo en un sitio local que ya probamos el primer día, llamado Swagar, que está en Main Bazar casi esquina con nuestra calle, en frente de la dhaba (puesto callejero) de lassi, aunque yo casi no probé bocado porque picaba todo demasiado.
14 enero, 2016. Gandhi Smriti – Indian Gate
Parece que cada día vamos a conocer un personaje nuevo antes incluso de pisar la calle 🙂 Hoy nos encontramos con Mariana, una chica rusa, que está en la puerta con cara de “dónde me he metido…” (ver más en personajes). Caminamos los 3 hacia Connaugh Place. A nosotros nos viene bien para sacar dinero y a ella le va a parecer un oasis. En efecto, Mariana nos abandona en ese punto y nosotros continuamos hacia la zona de New Delhi, para visitar la Gandhi Smriti (Birla House), donde Gandhiji pasó el último año y medio de su vida, y donde paradójicamente fue asesinado, a pesar de que eligió para alojarse esta casa de su amigo Birla en zona rica de Delhi por motivos de seguridad.
Por cierto, algo que nos explicaron dentro es que el sufijo ji se añade al final de las palabras como muestra de respeto. Se puede visitar la casa entera y es gratis. Las paredes, a modo museo, están repletas de textos explicativos de diferentes momentos de su vida, así como fragmentos de escritos que el propio Gandhi escribió (no los originales). Si lees todo puedes invertir hasta 3 horas. Tardamos algo menos porque la noche anterior vimos la peli para ambientarnos y sabíamos bastantes cosas de su vida. No obstante es muy interesante leer gran parte de los textos.
Vas avanzando hasta la habitación de Gandhi, donde un chico que entendemos es una especia de vigilante, comienza a explicarnos cosas y no sabemos si es porque quiere una propina o lo hace de forma altruista. Tras un ratito en que mantenemos nuestra cara de paisaje con fuente (Ana cuánto has aportado a mi vocabulario ;)), mientras le escuchamos vagamente decidimos seguirle el juego y le preguntamos algunas cosas, a lo que él se anima cada vez más, incluso haciéndonos una especie de concurso para ver si adivinábamos para qué usaba Gandhi unos artilugios que allí estaban también expuestos. No dimos una y al chico le hacía muchísima gracia. (Seguimos sin darle propina).
Para finalizar, y confundirnos aún más sobre sus intenciones, saca de su bolsillo algo de comida y nos ofrece. ¿Qué será? A ver… cacahuetes, ah bien, esto se pela y no tiene caca. Uy! A ver esto otro ¿qué es? Una especie de almendra plana con pipas que nos dice que es dulce, y que probemos (mierda esto se tiene que comer así y no nos da tiempo a sacar nuestro gel antibacterias, aparte que puede quedar feo hacerlo delante suyo), venga, ¡para dentro! Teníamos un hambre de locos, ¡y estaba rico! No os creáis, eso fue una excepción, antes de comer cualquier cosa, nos echamos un poquito de gel antibacteriano, por prevención más que nada.
Finalmente nos despedimos del chico, no le damos propina y no nos mira mal así que fenomenal (y los dulces no nos los dio a modo venganza porque luego no nos pasó nada). Pensaréis ¡qué desconfiados! La verdad que un poco, y con nuestra higiene preferimos pasarnos a coger una diarrea y tener que estar 2 ó 3 días encerrado en un hotel visitando EL BAÑO cada poco…
Desde Birla House nos dirigimos a la Indian Gate, con intención de llegar hasta ella a través del RajPath, pero está cortado. En general estamos viendo por la calle mogollón de policía y militares, y es porque el 26 de enero es el día de la República y por prevención aumentan la seguridad. Vemos la Indian Gate desde donde podemos, hacemos foto (eso si es poner un check). Es también de piedra arenisca rojiza, más alta que la Puerta de Alcalá, pero nada más.
Volvemos por Connaugh Place para cenar algo y camino a casa entramos en lo que google ponía que era un super para surtirnos de papel higiénico. La entrada oscura en el lateral de un edificio apuntaba a que era cualquier cosa menos un super. Dejamos la tienda de ultramarinos (jajaj era de coña) y vamos al hotel donde sin saberlo nos esperaba un rato genial: conocemos a Alessio y Elena (pareja italiana, ver más en personajes) y otra pareja holandesa. Charlamos de todo un poco, y con el buen rollito nos vamos a descansar 🙂
Además hoy hemos tomado una decisión importante: perder el vuelo obligado a Nepal que compramos antes de salir de Madrid. (Ya os contamos en el post de nuestra llegada). De esta forma viajamos sin prisa por el Rajasthan. Sin prisa pero sin pausa es el ritmo que nos apetece llevar en el viaje y en este caso nos compensa perderlo aunque de un poquito de rabia.
¡Gracias familiaji y amigosji, por leernos, intentamos abreviar para no aburriros demasiado!
Para tener otra visión sobre Delhi entra en Ginoreflexiones