Bangkok
Desde Pokhara (Nepal), cogemos un autobús local hasta la frontera con India (10 horas), donde hacemos noche en Raxaul (y una noche para olvidar…) Desde ahí continuamos en un tren sleeper de 18 horas de duración hasta Calcuta (el último de India por el momento), donde también hacemos una noche de escala para coger, al día siguiente, el vuelo a Bangkok. Tras 2 horas y media de vuelo, llegamos a las 4:00am a la capital tailandesa y dormimos un par de horas en el mismo aeropuerto. Nos despertamos congelados por la potencia del aire acondicionado y antes de coger el metro, nos hacemos una tarjeta SIM que funciona desde el momento en que Gin la instala en el móvil.
Primera señal de la eficiencia de este país y de su nivel de desarrollo. Con todos los retos y experiencias inolvidables y geniales a nuestras espaldas de India y Nepal, donde sin duda más hemos aprendido, tenemos que reconocer que esto nos está gustando un poquito en estos momentos 🙂
Sonrisas, amabilidad, limpieza y eficiencia, caracterizan por el momento la ciudad y su gente.
Nos alojamos en el barrio de Banglamphu, situado cerca de los principales lugares turísticos y bien comunicado en transporte local, que por cierto es una maravilla. Nuestro hostel está muy bien en relación calidad-precio: habitación amplia con aire acondicionado y baño compartido pero muy limpio. Además hay algo que se estila mucho aquí, y nos encanta…Te dan gratis café/té para desayunar (a veces a cualquier momento del día) e incluso tostadas y mantequilla. Esto hace que nuestro presupuesto de mochileros lo agradezca 🙂 Tras descargar las mochilas, planificamos la ruta por la capital para los próximos días y salimos a conocer el barrio.
Empezamos por la famosa Khao San Road, calle por excelencia de movida nocturna aunque frecuentada a cualquier hora por los turistas (guirilandia), infestada de bares, restaurantes, puestos de ropa y todo tipo de handicrafts y espacios con hamacas donde poder relajarse con un masaje thai.
Como os decía, esta calle tiene mucho movimiento a cualquier hora del día. Gente de todas las edades y todos los estilos (hippies, pijos, viajeros solitarios, familias enteras, parejas, etc, etc…) Hoy estamos algo cansados para disfrutar de la marcha aquí, donde la oferta musical de los pubs es o techno o salsa, así que nos quedamos en un bar de calle, disfrutando de una cerveza y de los grupos de música en vivo, compuestos por locales, que lo dan todo versionando canciones míticas del rock más puro.
Al día siguiente, vamos a visitar el Chatuchak Market, el mercadillo más grande de la ciudad donde puedes encontrar cualquier cosa. También aquí hay puestos callejeros de fruta y comida. ¡La fruta es deliciosa!. Es baratísimo y muy seguro comer en ellos, y en muchas ocasiones además de brochetas de pollo y salchichas, cocinan platos más elaborados en sus modestas cocinas móviles: arroz en todas sus variantes acompañado de pollo, cerdo, tofu y/o vegetales; Pad thai (plato más típico) y tienen un espacio habilitado con mesas y sillas, conviertiéndose en comedores al aire libre. ¡Esto lo tienes al alcance de tu mano y de tu panza a cualquier hora del día! Tenemos algo en común con los thais, y es el gusto por socializar en la calle. A pesar del calor (que intentan sobrellevar con ventiladores y aire acondicionado), hacer vida en la calle es algo habitual y prueba de ello son los numerosos mercados diurnos y nocturnos tanto de comida como de ropa o de flores, e incluso flotantes que abundan en la ciudad.Chatuchak, solo cubierto por el techo, está perfectamente organizado (pero aun así a veces es fácil pasar dos veces por el mismo pasillo…aquello es enorme!)
Vamos a conocer el SIAM Mall, un centro comercial donde puedes encontrar desde un acuario en la planta del sótano, hasta restaurantes y tiendas de ropa (desde H&M hasta marcas de lujo), electrónica, hogar, pasando por un concesionario, una sala VIP para clientes de un banco tailandés, y unos cines IMAX en la última planta. Para conocerlo está bien. El público va desde la clase media a la clase alta o muy alta, así que tras 20 minutos de paseo, con nuestras chanclas y mochilas, creemos que no terminamos de encajar aquí…
Lumphini Park: a un paseo del Siam Mall, se encuentra este maravilloso parque, rodeado de edificios que pasan desapercibidos ya que todo el protagonismo se lo llevan el lago, los canales, los árboles y los varanos (este grande nos impactó bastante), que puedes ver dentro de él. Es muy tranquilo y está muy cuidado, con avenidas amplias para pasear o hacer footing y zonas verdes donde descansar.
Nos cambiamos de hotel (dentro de la misma calle prácticamente) porque el nuestro estaba completo para los siguientes días. El nuevo es menos acogedor pero nos conquistó con la nevera en la habitación, además es más grande ¡y tenemos baño propio! Descubrimos un pequeño restaurante que nos encanta y repetimos varias veces. Se llama “Hot Pot” y también ofrecen cursos de cocina thai.
Aquí conocemos a Bill, un sudafricano de unos 70 años que lleva en Tailandia 2, ayudando a locales a arrancar sus negocios y organizando tours guiados a las zonas menos concurridas o típicas de Bangkok. Tras un rato de charla con él nos movemos para hacer turismo.
Caminamos por esta sauna permanente que es Bangkok hacia el Wat Phra Kaew (o Grand Palace), principal complejo palaciego de la ciudad. Es precioso pero está tan lleno de turistas que agobia un pelín (alguna diva empuja para hacerse su hueco y poder sacarse su mejor selfie del año). Al What Po (Buda reclinado) decidimos no entrar y continuamos por la ribera del río para disfrutar de la vista del Wat Arun (en la otra orilla) aunque lo están reformando y está cubierto casi entero por andamios 🙁
Continuamos hacia el Golden Mount, pasando por el Pak Khlong Talat Market (mercado de las flores), donde las venden de todos los colores y formas posibles. Los colores y ricos olores inundan la calle.
El Golden Mount es un templo budista situado en una colina en medio de la ciudad. Hay que subir 334 peldaños muy cómodos y en un entorno muy bonito donde se mezclan las rocas, la jungla y el agua…para disfrutar de las vistas desde la cima, donde se encuentra la estupa dorada principal alrededor de la cual algunas personas meditan. Las donaciones monetarias eran más que bienvenidas. Los monjes viven en los alrededores en un complejo residencial que tiene pintaza.
Al día siguiente, comienza nuestra batalla por las tostadas gratis que nos incluyen para desayunar en este hotel (además del café), y nos damos cuenta de que tenemos que madrugar más si queremos catar alguna. No es porque seamos muchos huéspdes y los dueños del hotel sean unos rancios con el pan de molde, no…El duelo es mano a mano con una familia de chinos compuesta por el patriarca (55años), la matriarca (53años) y la hija (32 años), edades aproximadas.
Acaparan las dos tostadoras para engullir una media de 20 rebanadas cada uno con mantequilla y mermelada (no exagero), aunque cuando ya te ven por allí rondando, y por ser cordiales, te dejan usar una durante unos minutos para hacerte las tuyas (te indican cuál de las dos porque no os vayáis a pensar que tuestan igual. Ellos ya tienen su tostadora preferida). Si quieres repetir (y hacerte una o dos más, no digo llegar su nivel de “repetir”) y osas levantarte hacia la mesa para disponerte a tostar de nuevo, se levanta algún miembro de la familia (o dos) para ver qué haces y te vuelven a dar indicaciones. Seriously???! (foto robada a la derecha. Chanan!).
La matriarca mientras pronuncia unas palabras en chino, le coge a Gin la taza de café de su mano, ¡para echarse unas gotas en su vaso y dar un sorbo! Pero la hija en seguida aclara la situación en inglés, y lo que quería su mamá no era otra cosa que probarlo, porque ella al hacerse el suyo (hacía ya una hora) se había confundido….y quería ver si este estaba rico.
Tenemos que agradecerles lo bien que lo pasamos los siguientes días en el desayuno, amenizando así los madrugones.
Tras gestionar visados de Myanmar y algunos billetes de tren hacia otras ciudades, vamos a China Town, aunque sin duda tiene mucho más ambiente por la noche, cuando las calles se abarrotan de personas, tanto chinas como thais como turistas, para disfrutar de los mercados de comida y de flores nocturnos. No obstante, de día ya sientes que es como estar en otro país.
El último día en Bangkok lo dedicamos a trámites varios en UPS, donde nos vuelven a deleitar los empleados con una buena dosis de amabilidad y sonrisas. Comemos en “Hot Pot” e intentamos subir a la última planta del Sirocco, hotel de la peli de “Resacón 2” pero una azafata muy amablemente nos comenta que el código de vestimenta es casi de etiqueta.
Nos miramos de arriba abajo y pensamos que la mejor opción es coger el barco público por el río, subir un par de paradas e ir a picar algo al “Riverview”, un restaurante muy asequible desde donde se ve un atardecer espectacular y de noche, el skyline de Bangkok.
Ayutthaya
Dedicamos un día a esta preciosa ciudad situada a 80km al norte de Bangkok. En realidad entre la ida en tren y la vuelta, recorrimos en bici en tan solo 4 horas las ruinas de la vieja ciudad que forman ahora el Parque Histórico de Ayutthaya. La ciudad quedó totalmente destruida por los birmanos en 1767. Los materiales predominantes de las ruinas son piedra y ladrillo y las formas de estupa las más características además de los budas sentados y reclinados.
Sin duda una visita que merece mucho la pena. Y no estaría de más hacer una noche aquí la próxima vez.
Geniales días y primera toma de contacto con Tailandia inmejorable.
Seguimos moviéndonos rumbo al sureste….
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Nada, a sacar codos para frenar a las divas saca-selfies! besotes y a seguir la aventura!
Na…si yo tb hago eso pero donde no hay gente 😛 😛 😛 Mua Bego!!!
Repensando si hacer parada en Ayutthaya 🙂 gracias por la info #envidiamuysana.
Besos Gino y Marian (cada vez más ganas de conocerte)
Yuls! A ver si saco algo de tiempo y te envío un correo completito de Tailandia 😉
Un beso!
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